Descriere

Las enfermedades profesionales

Hay en la vida de cada escritor ese deseo de hacer a su lector suspirar, a comer tierra y a padecer con su alma mísera los grandes dolores y los temas más ardientes de la humanidad… pero no entremos más en detalles.

El caso clásico del gran Papirovski.

De todos modos cabe saber que Papirovski no ha sido novelista, sino un famoso médico de cabecera quien, impulsado por el anhelo de escribir un libro capital, se dedicó a poner en versos la historia de la medicina general, pasando por todas las corrientes médicas y por todas las enfermedades que la humanidad había enfrentado hasta entonces. Los capítulos con enfermedades populares curables y que, en conjunto, habían sido conocidas desde la antigüedad, fueron escritos en verso corto, musical, y las afecciones modernas – en verso libre, con metáfora en cascada o metáfora en clave.

Es cierto que al ser escrito, el libro despertó el interés tanto de la comunidad médica, como el de la artística. Igual entusiasmo mostraron los lingüistas, quienes por su amor a la filología, se propusieron hacer amplios estudios sobre esa obra maestra.

Tras haber redactado el último capítulo de la historia, Papirovski se había retirado en una de las casas de verano de los médicos y ahora estaba esperando la publicación del libro. ¿Lograré, a través de mi arte, tocar la cuerda sensible del lector? – se preguntaba inquieto.

Y mientras se hacía semejantes preguntas fundamentales que, por cierto, eternizan al escritor, en la redacción médica, con suma responsabilidad, padecía un gran admirador de Papirovski, su primer redactor del libro quien, llegado ya a la página 193, sentía cómo el estómago le empezaba a adelgazar.

Parecía ser el debut de una úlcera. Y no es secreto alguno que Enciclopedia había llegado al capítulo “Ulceritas, jarritas y úlceras ligeritas”…

En la oficina del médico Tripacio Intestinal había silencio. Éste comía sosegadamente un lángos de queso del que, a intervalos frecuentes, goteaba aceite sobre el registro de enfermos.

El doctor conocía muy bien a sus pacientes.

Al ver al redactor, supo inmediatamente que se trataba de una enfermedad profesional.

− ¿Lee usted mucho? le preguntó.

− Sí, confesó éste.

− De lo que usted me dice, es evidente que hay que tratar una úlcera. El tabaco, el estrés y la lectura, estas son las causas.

Enfermedades intelectuales, como decía el gran Lieberkühn. Y, si es que no me equivoco, tal dolencia lo llevó a la tumba.

Enciclopedia salió de la oficina de corazón encogido. Siguió los consejos del médico, pero sin notar gran éxito ya que, al abrir la Historia de la medicina, no logró acabar el capítulo que le había desencadenado la enfermedad y falleció. Podía ser mera coincidencia. Y todos hubiesen tratado el incidente como tal, a no ser que, inmediatamente el trabajo de Enciclopedia fue continuado por la joven Mavrocordelia, quien también se dedicó con vehemencia a la historia de Papirovski. A veces, profundamente tocada por la metáfora, la imagen y la anatomía, vertía lágrimas de felicidad por habérsele encomendado esta obra. Y tras recorrer un par de cientos de páginas, volvió a descubrir su feminidad que temía haber perdido. Pero una vez con la página 400 empezó a sentir picazones raros entre los dedos y le aparecieron irritaciones ligeras en la piel. Luego se extendieron en otras áreas del cuerpo. Se rascaba con una elegancia pedante, para que sus colegas no la observaran. Fingía habérsele escapado algo y se llevaba el bolígrafo a la sien, en ese gesto de estar buscando una idea. Entonces rascaba delicadamente la zona afectada. Eran ademanes ilustres, hasta podríamos decir aristócratas.

Una vez consultada por la doctora Silvia Dermatinesco, Mavrocordelia supo que no era nada de lo que había sospechado, o sea sarna, herpes, chancro, tricomoniasis.

Recibió algunas pomadas para su consuelo psíquico y por el honorario, pero el consejo principal fue el de dejar de leer. Ya que todos estos síntomas indicaban una seria enfermedad intelectual. La mujer fue conmovida por el poder de seducción de Papirovski.

Y había puesto – eso sí – cuerpo y alma en esa historia, tanto que Mavrocordelia tampoco logró ir más allá del capítulo sobre enfermedades de la piel, titulado visionariamente “Flores de piel”.

A Mavrocordelia la enterraron a lo grande después de que, el último día de la semana, leyó la última frase del capítulo: “Apreciados lectores, ¿no sienten como que le picaran algo?”

Parece que la historia de Papirovski todavía sigue yaciendo en alguna editorial, ya que todos aquellos que quisieron ayudar a su redacción, fallecieron en condiciones por lo menos raras.

La crítica positivista cree que los sujetos han sido tocados por el genio creativo del autor quien, en su intento de logros inusitados, no pasó del canto XXIII “Corazón, corazoncito, cántame el dolorcito”, (página 657 – nota nuestra) el capítulo sobre afecciones cardiovasculares.

Así que se impone la evidente conclusión de que sólo el amor al arte puede hacer que la obra le sobreviva al autor.

El mundo al revés

De vez en cuando algunos escritores sintieron una necesidad aguda de desplazar los territorios de la literatura en distintas zonas del real imaginario. La meta, sin embargo, sigue siendo la misma: lograr efectos artísticos inauditos. Empezando con Cervantes y Tirso de Molina y continuando con Swift, Caragiale, Urmuz, Kafka, Eugene Ionesco, notamos un constante esfuerzo de buscarle otras caras al mundo, caras que señalen otros aspectos del real imaginado por estos escritores.

(…)

Igual que otros escritores de su generación, el autor enfoca su atención en todo lo antinatural y en lo que representa una extraña desviación de la normalidad. Pero no hay que olvidar que en cada época lo antinatural adquiere formas distintas y nuevos sentidos, dependiendo de la clase de sensibilidad, de la forma de civilización y del sistema de valores.

Los microtextos de Anatoli Ciucurovschi tienen un matiz que nos recuerda vagamente tanto a Caragiale y Chejov, como a Urmuz y Kafka. Pero no se puede hablar de modelos directos.

La materia prima de nuestro escritor está constituida por las manías, los tics, los complejos, las obsesiones y los ensueños de unos personajes degradados. Por eso, cualquiera que sea el epílogo, la prosa de La tierra extraña (Amnesia)  jamás es trágica. La sensibilidad del escritor en relación con sus personajes queda suspendida. Su humor es lúdico y se desprende de ciertos efectos de distanciamiento, obtenidos a través de la descripción lacónica de algunas manías y obsesiones.

Pero por cortos que sean los textos de Anatoli Ciucurovschi, estos incluyen eventos extremadamente dinámicos y llenos de sorpresas. Por esta razón sus personajes no son estáticos, ni siquiera cuando muestran una conducta maníaca. Un jefe del estado examina la actitud de su nación al salir diariamente en el balcón, debajo del que la muchedumbre se junta para aplaudirlo. Cuando duda de la eficacia de sus medidas, aparece en un balcón escondido y escupe en la cabeza de algún transeúnte. Si da en el clavo significa que sus decisiones son correctas. La intriga se vuelve totalmente absurda al introducir un elemento sorpresa. El gobernante se pone enfermo y no puede escupir más allá de su barba. (El estado de la nación)

Pero el cómico de estos microtextos adquiere a menudo tonos realmente extraños. Estos derivan de las reacciones inesperadas de los personajes ante determinados acontecimientos externos. María-Luisa se siente infeliz porque los hombres le encuentran toda clase de faltas. Y recurre a la ayuda del médico Felix Silicona. Ahora que tiene un nuevo cuerpo ya no responde a los gritos de adoración de los hombres. (María-Luisa)

Los efectos sorpresa suscitados por estos microtextos se producen a través del cambio súbito de la lógica de la historia. El epílogo se convierte en una mutación de eventos.

A veces estas mutaciones infringen cualquier regla de verosimilitud. Por eso el epílogo se pone fantasioso y extraño, cargado sólo de un humor negro. Aníbal Hormigón se pregunta confundido cuál de las mitades del cuerpo de la mujer ha desaparecido del escenario del crimen. Y una mañana despierta con esa mitad a su lado, en su propia cama. (El terrible crimen que ha sacudido Madrid) 

Los sentimientos de represión y liberación de unos personajes trastornados, sus fijaciones y las jugadas del azar pertenecen a la serie de coyunturas de La tierra extraña. Un funcionario acosado por su jefe recurre a los hechizos. Convencido de que lo ha metamorfoseado en un gato negro, Soso Ceceoso lo mete en el microondas. Y cuando cree que el animal ya está quemado, aparece su jefe (Viernes 13); en otra ocasión la esposa de un diputado pierde sus bragas, pero no recuerda haberlo engañado con alguien. Cuando la pareja se relaja y ya no tiene miedo, una carta avisa al marido que las bragas han sido encontradas por una funcionaria de la Oficina de Objetos Perdidos, en el bolsillo de su marido, quien tampoco recuerda cómo llegaron ahí. (Amnesia)

Sólo el texto la Casa con jardín muestra una desviación de la estereotipia buscada para abrir paso a otra nueva. Pero la Casa con jardín es una excelente parodia de las telenovelas.

Con una notable economía de medios estilísticos y lexicales, Anatoli Ciucurovschi crea una „comedia oscura”, poblada de bocetos de retratos y caracteres muy elocuentes. Hasta los nombres de algunos personajes, por ejemplo Victoria Antifascista, Calín Vaselín, Aníbal Hormigón, intensifican los efectos humorísticos y absurdos de los minitextos.

El mundo de La tierra extraña (Amnesia), vuelto al revés, resalta una existencia ficticia análoga a la real.

Con su escritura agradable y el tono jocoso, de „absurdo cuento de hada”, La tierra extraña es un libro idóneo para todas las edades.

Anatoli Ciucurovschi ha abierto una grieta en nuestra prosa actual, a la que no muchos autores contemporáneos se asomaron.

Espero que este experimento literario goce de un feliz horizonte de expectativas.

Romul Munteanu

 

ÍNDICE

El estado de la nación
El sacrificio
El país de todas las posibilidades
El deber cívico
Aristóteles se tiró una piedra a la cabeza o para qué se sigue muriendo hoy día
La imagen pública
Pedro cansado hace carrera
Geta contrabandista
Las enfermedades profesionales
Hans
El obsequio
Viernes 13
Los criterios profesionales
El poeta
La clase de física
María-Luisa
El brillante lecitinazo
El destello
Amnesia
El terrible crimen que ha sacudido Madrid
Epitafio para la muerte del coleccionista de obituarios
El banquete
La casa con jardín